Historia de la traducción jurada

La traducción jurada existe en España desde hace siglos concretamente desde el siglo XVI, aunque ha cambiado mucho desde entonces, la figura del traductor jurado ha evolucionado a lo largo de las décadas. La necesidad de contar con traductores jurados surgió debido a la disparidad de lenguas de entre los indígenas americanos y los españoles.

 

Gracias a ciertos documentos como es el de la “Recopilación de Leyes de los Reinos de Indias” en la que se hace referencia a los honorarios del traductor jurado tenemos constancia de la existencia de dicha profesión.

Aunque la mención específica de los traductores jurados se produce en 1563, cuando en las audiencias y tribunales era habitual contar con la presencia de nativos. Por ello el papel del traductor jurado era fundamental para mantener la imparcialidad entre las diferentes partes implicadas.

Es en este año  cuando por ley se obliga a la presencia de los traductores jurados, así las traducciones juradas se convierten en esenciales para cualquier tipo de conflicto en el que exista disparidad de lenguas.

En la independencia de las colonias españolas la traducción jurada se hizo imprescindible. El traductor jurado como hasta entonces era conocido evoluciona convirtiéndose en el traductor jurado que conocemos hoy y diferenciando entre traductor público o traductor oficial.

A pesar de ello a mediados del siglo XIX España aún conservaba colonias en Cuba y Filipinas, donde se requería aún la presencia de traductores jurados. Por lo que cada vez era más necesario regular esta figura oficialmente.

Entonces muchos traductores podían realizar estas tareas a parte de los reconocidos por la Secretaría de la Interpretación.

Actualmente la profesión del traductor jurado ha evolucionado, volviéndose cada vez más seria y necesaria en determinados acuerdos legales. La traducción jurada en la actualidad solo puede ser ejercida por profesionales acreditados y reconocidos por el Ministerio de Estado.